domingo, 24 de marzo de 2013

El Doctor CLOCK





El sangriento grito de la moda


Sepulturero… ese mayordomo de la muerte, el que prepara el cuarto del inframundo, el que clava  tu último día del calendario. A veces ellos te piden propina para construir esas sabanas para que tu destino sea “cálido y húmedo”, al entrar por las tierras del silencio, los podes ver con sus palas y plumeros, su rostro cubierto de barro igual que el beso de los demonios, ellos te guiaran donde esta el gran cofre de los recuerdo para que puedas plantar tu lagrima, extendiendo sus agusanadas manos para pedirte esa recompensa por el buen trabajo de mantener el descanso en paz.


 Cinco de septiembre, viajo a mi pueblo a ver a mis hermanos y mis otros familiares  que no conozco, mi madre siempre me decía, - la  familia se ven en casamientos o en velorios – y sincera mente “hoy no era un día para tirar arroz”  sinceramente falleció mi tía Rosa la última de la familia de mi padre, ahora solo quedamos nada mas que los primos, pero en este viaje recuerdo que ese tres de septiembre cuando pare mi camino hacia un bar de una ruta que ni me acuerdo cual era,  pedí una cerveza, y me quede mirando el panorama una mesa de pool rota, una rocola, dos mesas vacías y una con cuatro viejos jugando a las cartas, cuando apareció un viejo muy delgado con la cara quemada, le faltaba un ojo y solo decía – se cumple ocho años de la moda infernal… la moda infernal – los viejos seguía con su juego – otra vez el viejo Carlitos – decía la mujer del mostrador  –  siempre viene a contar un cuento por un plato de guiso, no le crea de lo que dice acá estamos acostumbrado a él – se acerco al mostrador, no se como, ni me lo pregunten, pero en ese momento pedí un plato de guiso para este pobre hombre, se punzo a comer - ¿Cómo es eso de la moda infernal? – le dije, él  corto un trozo de pan y empezo a contar…
   

      Charly, es el sepulturero, obsesionado en su trabajo, muy responsable, él no pierde detalle de nada, sabe cuantos cadáveres, sus fechas y años habitan en el cementerio, esta a cargo de siete  jóvenes que a los dos meses renuncian por que no pueden soportar el ritmo de Charly, como no tienen vida social, habla con el directivo y le permite quedarse a vivir adentro del lugar y como una señora siempre le hace un mandado, nunca mas salio al mundo de los vivos y así pone mejor su mecanismo de trabajo. Pero algo tiene en particular a diferencia de los otros sepulturero, él no pide propina, no Charly lo hace gratis todos los servicios que se necesita para el difunto, viene el familiar, le pide la construcción que desea, Charly anota manda a sus obreros  y empiezan a hacerlo sin ningún tipo de propina y al que lo ve estirando el brazo para pedir una moneda rápidamente  - ¡DESPEDIDO! – A Charly  lo consideran como el ángel protector del cementerio.


  En la noche cuando los perros salen a buscar sus aullidos, una  sombra camina por los senderos del cementerio, llevando un costal, una linterna y una pala, observa que la soledad este presente en los alrededores para comenzar su rutina de trabajo, la luna sale de las nubes y su brillo contempla el rostro sudoroso lleno de avaricia de licor, esa sombra es Charly buscando objetos de valor para satisfacer su codicia, el muy desgraciado le gustaba abrir las tumbas y robar todo lo que podía, desde joyas, relojes, anillos y luego  sepultaba a sus victimas dejando todo como estaba para que nadie sospeche, luego se va a su choza, a guardar esas cosechas que recolecto. Una vez por no tener cama excavó y saco un ataúd,  enterrando el cuerpo desnudo para poder dormir, otras veces comía en los nichos prendiendo el fuego con las flores, que al día siguiente ponía de excusa  -las flores se la llevo un viento fuerte, luego la repongo patrona – si Charly era un borracho adicto a los muertos no le importa nada, siempre su rutina empezaba: los jueves por las noche  entraba a las bóvedas, sentaba al difunto y se ponía a jugar a las cartas, a veces si el cuerpo tenia lindos pechos, le abría la boca, se bajaba la bragueta y se lo introducía olfateando ese pútrido olor a placer, como si prendiera un cigarrillo, gritando a los cuatro vientos – ¡SOY EL REY DE LOS MUERTOS! -. Al salir, luego de tener un encuentro con una afrodisíaca demonia, observa la luna y sus ojos empieza a reproducía sus recuerdos  cuando, se esforzaba  en su antiguo trabajo de contratista, su cuerpo era una cucharada de mal gusto a la vida y el despido lo baño con bebidas y  atracos. Pero gracias a un primo que trabajaba en la municipalidad, el destino le dio otra oportunidad trabajando como sepulturero en el cementerio.  


   Por la mañana siempre lo ve listo para recibir las visitas con mucha cortesía, mandando a sus obreros para que el cementerio este impecable y si había un entierro nuevo, Charly era el único que  prepara el dormitorio del buen cordero de dios, miraba todo los planos de una nueva construcción, observaba como venia vestida la familia, y si lloraban mucho, Charly se daba cuenta que a la noche tenia un nuevo botín.
En la oficina el director, charlaba con él felicitándolo por su buena labor, pero Charly siempre lo remataba con estas palabras – Jefe -  decía el muy mentiroso – gracias a usted y a mi primo, me siento… no se como decirlo… con este trabajo veo las caras felices de familias que saben que sus difuntos estan descansando en paz con un buen cuidado – derramando una infernal lagrima define – me dirá loco, pero mientras que limpio todo este maravilloso lugar, hablo, canto y por primera vez   me respetan y hablando mas… que un trabajo todos ustedes son como mi  familia, estoy en mi casa – el director, emocionado por tantas palabras le palmea la espalda, y le promete que abra un aumento de sueldo. Al salir camina hacia su casita secándose la cara, empieza a reír y a preparar para su nueva caminata nocturna.


  Esa noche, Charly estaba sentado en su cama comiendo una deliciosa manzana, contemplando todo su botín, sus viejos dedos estaban cubiertos de oro como su arrugado cuello con hermosas cadenas de todos colores, se ve en el espejo esa imagen viaja al pasado como era agredido por chicos, hombres y mujeres en forma verbal y física, - los muertos son mi única compañía. – decía en voz baja, - ellos son mi gente, esperando ordenes mías sin recibir ningún reproche, no necesito a nadie todo esta acá – su barba, baboseada sobre pañuelos de sedas finas, en los rincones los ángeles de plata, lloran al ver que su destino es mirar las olorosas y rotas  medias de Charly mientras que su cuzquito orina sobre ellos, pero peor eran con las placas, son derretida para ser fuentes o ceniceros para sus inmundas colillas,  estaba tan contento que  adorno su madriguera con todo lo que robo. Pero sentía que le faltaba algo que llenaría todo su placer y de pronto dejo caer un trozo de manzana al que rápidamente sé abalanzaron las cucarachas –SI... eso- dijo sorprendido – como un duque como yo andaría con estos trapos viejos, parezco un atorrante necesito un traje – entonces tomo su pala y subió a la sima de un monumento ¿pero como debería  ser el traje ideal?, vio por los alrededores a los  dos mil ochocientos  cadáveres y empezó  buscar sin parar, en la alta categoría, en la mediana, en la baja, en todas clases religiosas, en los rosacruces, en los ateos y ahí es cuando se le ocurrió tomar un pedazo de tela de cada muerto, ese seria el traje digno de un rey, comenzó a excavar en cada tumba, cada lapida y bóveda del cementerio, con sus oxidadas tijeras cortaba  trozos de diversas ropas, el desgraciado se divertía como un león casando a su presa. Así estuvo todo el tiempo hasta al amanecer, dejo la tierra impecable para que nadie tenga sospecha.
Esa mañana la suerte le golpea la puerta a Charly por que era primero de mayo, el director  y sus obreros se iban temprano, cuando el ultimo aprendiz de sepulturero se retiro, lo primero que hizo fue ir a la puerta principal a ver a la gente de seguridad – vallan – decía – no creo que venga nadie yo me ocupo de cuidar el cementerio - y como los muchachos estuvieron dos días sin dormir no tuvo ningún tipo de problema para convencerlos, entonces Charly por primera vez violo su código e hizo retirar a los familiares con su  monstruosos campanazos, – ¡CERRAMOS, CERRAMOS! – gritaba - ¡CERRAMOS TEMPRANO POR FERIADO! Al retirarse el último ser vivo, cerro todos los candado de la jaula del inframundo, se fue a su casa, tomo una caja de costura y empezó a construir el traje perfecto.  Los gritos, esa penumbra que infecta las espadas cuando el anochecer ahorca la matriz del vértigo en cada pasada de costura.
  Una vez terminado el traje, Charly se bañaba de felicidad, que contemplaba todo lo que robo,  con sus sucias risotadas debajo de la cama saca dos cajones de vinos –el mas barato – encendió un viejo tocadiscos, puso su música favorita las viejas melodía de las tierras de Irlanda y empezó a bailar y a tomar todo el tiempo, tanto así que tuvo un colapso de alcohol, que  callo hacia la cama y la destrozo. Su miraba, enfoca el techo rasgado por los gusanos, luego giro su cabeza y vio colgada en la silla el traje, a que ya termino de cocer, ese traje hecho con todo el ropaje de lo que más quería su codicia, sus emociones, su respeto, observo sus manos pinchados y ensangrentados, se puso a reír en una locura infernal, que se le cayo lagrimas de verdad, de felicidad al ver ese traje que se imagino a todo el mundo gritar – CHARLY, CHARLY –  Paso media hora, que decidió ponérselo ahora si, él es el rey de los muertos que se puso a bailar sin parar, alrededor de su tesoro robados, bañaba de licor por cada salto que pegaba, de pronto empezó a sudar como si estuviera en el crematorio, unas voces empezaron a susurrarle – gracias, Charly queremos tu cuerpo – pero Charly no vio a nadie, luego siguió con ese calor que empezó sofocante que cayo al piso vio que sus piernas empezaba a consumirse lentamente, quiso levantarse pero era inútil y seguía escuchando esas voces – gracias Charly queremos tu cuerpo – una y otra vez, vio por los alrededores aquellos ángeles con gestos de burla reclamando – viva el rey Charly – que el rostro de él se transfiguraba en pánico, como pudo se levanto y derribo su vieja puerta, corriendo como podía por todo el cementerio, siguió escuchando esas voces como si los lobos desgarraban su piel, que metió su cabeza debajo de la canilla, pero era inútil su cabellera se derramo en la pileta, luego su ojo izquierdo cae y rueda por las bóvedas, seguido de una defecación de sangre. Charly se estaba consumiendo cada vez mas y más que arrastrando llega a los nichos y cae adentro de un balde de flores, toda su piel se transformaba lentamente en cenizas quedando únicamente el traje que se descosían hasta convertirse en un montón de trapos sucios. Si, pobre y merecido Charly, él quiso ser un emperador y lo obtuvo, pero no se dio cuenta que cuando recolectaba los fragmento para el traje, llevaba  pedazos de carne de cada muerto, espectro y por primera vez Charly llevaba todo el peso del cementerio en sus espaldas.   

  

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